sábado, 7 de marzo de 2015

Reseña: Filosofía Zombie

Filosofía zombie. 

Nathalia Bolívar García.


El mundo actual ha decaído en todos los ámbitos existentes, el ser humano se ha encargado de transformar el mundo a su manera, perdiendo lo que es realmente importante. A medida que van pasando los días, nos vamos aferrando a una realidad que parece ser cierta, pero lo cierto es que nos hemos encapsulado en un mundo de constante cambio, en todos los sentidos, pero para mal, ser ha perdido el significado de compartir, vivir y disfrutar, ya que nos hemos decidido ir por el camino del facilismo como dormidos, mientras poco a poco vamos muriendo; al morir lo que queda de nosotros es una plaga de zombies. Cuando se pierde el sentido de las relaciones humanas y la sociedad en conjunto, no queda más que cuerpos inútiles que se dejan llevar por las grandes masas. De ésta forma el ser humano ha perdido la importancia por comunicarse e interactuar entre ellos mismos, y ha creado distintas figuras de ésta, sin darse cuenta que en realidad es una fantasía, que los está privando de lo sano para sí mismos.

El libro representa al zombie como un concepto mediante el cual se puede plasmar la realidad actual, el hueco que ha ido dejando la sociedad, los vacíos que cada día son más grandes, los propios miedos que atormentan las mentes cegadas a un oscuro camino del retroceso en la evolución, el cual va guiando hacia un reflejo, de lo que se perdió, de lo que se dejó de vivir, del miedo, de todo lo negativo con lo que se relaciona el ser humano, y éste espejo es el zombie; una criatura que actúa únicamente por instinto, sólo porque le huele a carne y tiene hambre, ni siquiera hay competencia entre ellos, jamás pensaría un zombie en comerse a otro de ellos, no existe el mal, no son siniestros ni tienen ideales de destruir a su raza. En el momento cuando se mata a alguien, no se está destruyendo la otredad, por el contrario se está aumentando, y la que muere es la mismidad, ya que la primera, absorbe la segunda sin dejarle rastro del pasado, del error al entregar lo propio, los sentimientos, y todo de sí.

El zombie además de ser la imagen de mis miedos, representa también los actos incoherentes e inútiles que hago, lo que me destruye, lo que me hunde, y sobre todo que acaba con la sociedad. Es prácticamente lo que yo misma he creado, la representación de todo lo malo que mi yo interno ha manifestado, es lo que me merezco. “-Hay una gran diferencia entre ellos y nosotros. Están muertos. Es como si fingieran estar vivos. -¿No es lo que hacemos nosotros, fingir que estamos vivos?” expresa el autor. El ser humano ha perdido hasta el sentido de la vida, al imaginar y creer que están vivos, pero realmente están fingiendo porque han perdido el valor de lo que es más que necesario, lo fundamental, lo que se sale de los límites, cruzar el camino para conseguir algo más, es como estar sumergidos en un falso sueño que crea la necesidad de buscar más caminos dentro de él, en vez de salir, despertar y hacerse responsable de la realidad, disfrutar de la vida buena, del sentimiento mutuo, el amor sincero, la vista clara, la compañía con sus opuestos, el compartir sin violencia, el centrarse en objetivos claros y reales, no en superficialidades que no hacen más que engañar y a raíz de todo esto que se ha perdido, queda la plaga de seres que pierden el valor de lo que son. 

Pocas mentes se cuestionan alrededor de ésta problemática, pero lo más grave es que muy pocas son conscientes de ella, porque no es lo más terrible cuando ignorantemente una persona sigue los comportamientos de un muerto, que técnicamente está viviendo en un estado de ajenidad al mundo y a su sociedad de muertos aparentando estar más vivos, que los supuestos vivos. 

Es sorprendente como toda la sociedad humana es capaz de unirse para ir en retroceso al avance y desarrollo común en cuanto a un “conjunto de humanos racionales”, pero por el contrario al momento de avanzar y actuar como lo que son, supuestamente seres vivientes, viven, o mejor dicho, vivimos intentando crear un ambiente de confort, en el cual se encapsula la realidad, y se hace ajeno a lo que sucede mientras uno va muriendo en vida. 

Así es como el zombie, sorprendentemente, puede construir un reflejo del miedo que hemos desarrollado a ser seres vivientes e irónicamente humanos, es como si quisiéramos alejarnos de la normalidad y el bien común, estar más vivos en una realidad opuesta a la nuestra, mientras se muere en la que se “vive”; así es como vivir se convierte en un paradigma, el vivo parece muerto, mientras el muerto quiere cobrar vida para enseñarle cómo vivir. Es preocupante, desde el punto de vista del autor, que el ser humano se entere más rápido de lo que pasa al otro lado del mundo, y esté perdiendo la comunicación con sus vecinos, su familia, que todo esté cambiando para un mundo globalizado y materializado por artefactos y pensamientos enterrados, como imagen de la no muy lejana, destrucción de la sociedad. Y con destrucción me refiero a la no comprensión del concepto de pervivir, sentir y pensar, que son los principales factores que altera la globalización actual, y el brutal cambio de la vida a la muerte en vida.

Hay que reescribir nuestra imaginación, reescribir nuestra vida y nuestro desarrollo personal y social, como el hecho de encarnar en una mente que ya es ajena a nosotros, una mente que abandonó mi muerto cuerpo que se arrastra por lo que alguna vez, se le llamo vida.

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